¡Pero mirá vos a María!
En la oriental filosofía
un sabio chino decía
que tras un drama venía
una concreta alegría,
y por eso no maldecía
y a carcajadas reía
si un problema lo agredía
pues luego se revertía
como la noche en el día.
¡Vaya si razón tenía!
Tenés el caso de María
que estudió
psicología
y como eso no
rendía,
puso una gran
librería,
luego fue una frutería,
siguió con una
florería
y al final una
pizzería.
Pero en todo
se fundía,
Todo el dinero
perdía
y el hambre la
vencía.
Y una tarde
que llovía
viéndose ya en
agonía,
se acostó
sobre la vía
del expreso
Olavarría.
Mas se acercó
un policía
preguntándole
que hacía
ya que trenes
no había
y que el paro obedecía
a que el
gremio pretendía
un aumento en
demasía
y la empresa
no cedía
o a lo mejor
no podía.
La echó de la
ferrovía
diciéndole que
si insistía
otra vez con
esa manía
(que no era
valentía
sino pura cobardía),
a la cárcel la
llevaría,
en calabozo
dormiría
y en el Borda acabaría.
Ella abandonó su
porfía,
y fue a pasear
a la cercanía
y al final a una
galería.
Se paró ante
una mercería
al ver linda mercadería
en una gran
estantería.
Y justo a su
lado sonreía
nada menos que
Lucía
de apellido
Echeverría
vieja amiga de
Lobería
que hacía años
no veía,
dueña de una
panadería
que al verla
tan sombría
y que trabajo
no tenía
se la llevó
con energía
diciendo que
le ofrecía
empleo en su
factoría.
Por fin sonrió
la María
pues de sueldo
cobraría
más de lo que pretendía.
¡Y de yapa si
quería
un kilo de pan
por día,
llevarse a
casa podía!
Atendiendo con
simpatía
a todo cliente
que venía
conoció a don Paco
García
Contador de la
Alcaldía
que le tomó gran
simpatía.
Y ahí…¡adiós
soltería!
pues con él se
casaría
luego tres
hijos tendría,
primero fue Rosalía.
Ezequiel la seguiría
y al final la Anamaría.
Ella ahora
comprendía
de ese chino la
teoría
y la prueba la
tenía:
creyendo que
se moría
y que el hambre
la vencía,
de pronto todo
cambiaría
como al ganar
la lotería.
Primo Di Martino
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